Ana Martínez
Este podría ser un fantástico plan de comienzo de verano y es que en las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar podrás ver estas bellísimas aves durante todo el mes de agosto. Sin duda, un espectáculo de la naturaleza que no querrás perderte.
Estas inconfundibles aves de color rosa carmesí e interminables patitas eligen año tras año las tranquilas aguas de Las Encañizadas (vía natural de intercambio de agua entre el Mar Mediterráneo y el Mar Menor) como última parada en su ruta migratoria hacia tierras africanas.
¿Qué tendrá este lugar que hasta los humanos hemos terminado copiando un poco los hábitos de los flamencos? Y es que a nosotros también se nos hace irresistible una escapadita a la zona para descansar. Así, en verano, acuden infinidad de personas a las playas de esta parte del Mar Menor para darse los tradicionales baños de lodo, cuyas propiedades terapéuticas, conocidas por las civilizaciones romana y árabe, resultan muy beneficiosas para la piel, así como para paliar otros problemas de los huesos y las articulaciones.
Espacio protegido
Las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar, cuya área se extiende a lo largo de una franja litoral mediterránea de unos 6 kilómetros, son un Espacio Natural Protegido de la Región de Murcia. De hecho, es Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), por lo que quedó incorporada a la Red Natura 2000 de la Unión Europea.
Además de flamencos, en la zona se avistan otras aves migratorias como garzas reales, cormoranes… Y también se observan águilas pescadoras, especie en seguimiento y protección, el martín pescador y la terrera marismeña, entre otras.
El parque contempla varias rutas para ser recorridas a pie o en bici y que permiten, además de contemplar las aves, ver las “encañizadas”, las típicas artes de pesca utilizadas por los árabes y que servían para capturar, mediante esta especie de “laberinto de cañas”, los peces entre el Mar Menor y el Mediterráneo; y los molinos salineros de Quintín y La Calcetera, que hasta la década de los setenta se utilizaban para trasvasar agua desde el Mar Menor hacia las balsas de almacenamiento de la sal.
Hay varios miradores para contemplar el paraje y, aunque el visitante no sea un experto ornitólogo, no está demás llevar unos prismáticos, así como crema de sol, ropa cómoda y una botellita de agua para no deshidratarnos durante el paseo. ¡Prepárate para disfrutar del espectáculo!